domingo, 17 de mayo de 2009

Espejos I

"Pienso que el cine puede ser como un espejo de su propia cultura. Mostrándose a ésta misma, diciéndole qué puede estar mal con ésta.
En un principio, la gente o la cultura no quiere mirarse. Dice: ok, prefiero seguir como estoy. Pero si se expresa una idea, y se mantiene el espejo frente a ellos, al menos, creo que les puede mostrar que se puede cambiar algo."




Samira vio, un martes, un reportaje en la televisión acerca de dos gemelas retrasadas mentales de 11 años que habían vivido encerradas por sus padres durante todas sus vidas.
"La cinta se convierte en una poderosa reflexión acerca de la complejidad de la sociedad iraní y en particular en papel de la mujer, desde el momento en que una trabajadora social visita a las gemelas para cerciorase de que sus padres no las sigan encerrando. La mujer, furiosa tras descubrir que el padre de las niñas sigue manteniéndolas bajo llave, lo encierra a él dentro de la casa, le da una sierra para que corte los barrotes y deja salir a las niñas, quienes no saben qué hacer con su nueva libertad. Así, las gemelas y su madre (una mujer ciega, con el rostro permanentemente cubierto que tan sólo habla turco y no entiende el persa) pueden representar la condición de la mujer en una sociedad islámica radical, pero también la trabajadora social representa el espíritu indomable de esa misma mujer aparentemente sumisa. Es decir que más que representar a la mujer, estas dos caras de la feminidad son el espejo del miedo masculino de la sexualidad femenina.
Lo más importante es que se trata de una obra vital que, con una voz propia, un tono ingenuo y una docena de alegorías poco sutiles convierte una metáfora “encontrada” en un interesante ensayo sobre la condición humana."
Fragmento de "La manzana" por Naief Yehya para "Letras libres".

2 comentarios:

Mario Arkus dijo...

Sin dudas, el cine iraní nos ayudó a reflexionar mucho sobre una sociedad compleja que la mayoría desconocíamos. Sólo recuerdo vagamente la expectativa con la que vimos la caída del régimen del Sha y después Irán se perdió en una confusión de ayatollahs a cuál más ridículo. Y para occidente durante muchos años fue eso. Al menos para la mayoría.
Es muy cierto esto que dice Samira -que me sorprende de verla tan joven, nunca la había visto ni en fotos- sobre la relación especular entre cine y cultura, pero también la muestra a ella como producto, quizá un poco globalizado, pero con profundas raíces en una cultura que desconocemos. Es un efecto parecido al de Marjane Satrapi con sus historietas y su película, que nos abre la visión no sólo a un Irán fusionado con Occidente, sino a la posibilidad de pensarla a ella misma como producto de una cultura compleja.
Las tres películas que vi de Samira (La manzana, A las cinco de la tarde y La pizarra)se meten en el Irán profundo -ese que nos parece conocer o reconocer- pero con una mirada que podría decir universal.
Saludos y gracias.

Verboamérica dijo...

Muy buena la primera cita.
Saludos,