jueves, 17 de junio de 2010

Entre el cielo y la tierra

"Historia de las creencias" de Fernando Nicolay es una herencia de mi padre, un libro fascinante. Desde el primer capítulo habla sobre Dios y Dioses, el culto de los espíritus entre los salvajes y los no civilizados. Disfruté su lectura de adolescente, y todavía recuerdo con precisión los ritos funerarios más impactantes.
De niña acompañábamos a mi madre al cementerio a llevarle flores a mi padre, y mientras ella cortaba los tallos de los crisantemos para acomodarlos en el florero, nosotras, con Ana, mi hermana melliza, jugábamos entre los nichos y pasillos del cementerio.



A Patri, mi hermana mayor, siempre le gustaron las películas de terror. Era común ver toda la saga de Drácula, zombies y muertos vivos, agazapadas todas en la misma cama. Una noche no me podía dormir del miedo, veía sombras en la ventana que se acercaban y se escondían. Entonces, vino mamá y me consoló, me dijo algo que me tranquilizó bastante; "los muertos vivos y los vampiros no existen, esas son puras pavadas, no hay que tener miedo a eso, hay que tenerle miedo a los vivos".

Apenas encontré "La calavera" de Paul Westheim, me enamoré de su portada color rosa chicle rodeada de todas las rosas posibles.
"El México antiguo no temblaba ante Mictlantecutli, el dios de la muerte; tempblaba ante esa incertidumbre que es la vida del hombre. La llamaban Tezcatlipoca."
Al final, mi mamá tenía razón.



En "Antropología Filosófica", Cassirer dice: "El sentimiento de la unidad de la vida es tan fuerte e inconmovible que repugna y niega el hecho de la muerte. La idea de que el hombre es mortal por naturaleza y esencia parece extraña por completo al pensamiento mítico y el pensamiento religioso primitivo. Estamos inclinados a creer que el concepto del tiempo y del espacio es innato al espíritu humano. Pero es una ilusión. Esta idea casi no existe para la mentalidad primitiva que ve el nexo casual inmediato, entre lo dado y la fuerza oculta extraespacial. El mundo visible y el mundo invisible no forman sino uno solo."

En la calavera mexicana la Muerte no es extrahumana, no tiene fantasma; por lo tanto no gira en torno a lo macabro. Se enfrenta al hombre, y es posible, que ella, la muerte, no sea la más fuerte. Existe como parte y complemento de la vida, tal como la sombra es complemento de la luz. Esta concepción de la muerte como forma distinta de la existencia surge de determinada actitud ante la vida que se ha venido formando a través de una tradición milenaria y se manifiesta el día 2 de noviembre, día de los muertos. Es una día consagrado a la memoria de los muertos queridos.


3 comentarios:

Margarita Espertino dijo...

Gracias por visitar mi blog Dina! Me encantó esta publicación! Escribís muy lindo! Saludos!

ojos de suri dijo...

Me acuerdo el consejo de má que hay que tenerle miedo a los vivos no a los muertos. Cuánta razón.
El cementerio Ojo de agua en Tafí del Valle es como decís. En la Sierra. Verde. Con ofrendas de flores. Hermoso.
Muy buena esta entrada.
Besos!

Anónimo dijo...

A mi también me gustó mucho esta entrada.
Ahora no veo tantas pelis de terror.
Te mando un beso grande: Patry.